Los azules habían perdido la final ida ante O'Higgins, por 2-1 en la cancha barrosa de Rancagua, y tenían que dar vuelta la historia para levantar la copa. Una historia ya vivida.
Ante 45 mil personas en el Estadio Nacional, la historia comenzó mal para los azules.
Los rancagüinos se pusieron en ventaja con un penal de Ramón Fernández a los 30' y, promediando la segunda etapa, el 1-0 se mantenía en el tablero marcador del arco sur.
En el medio, la polémica con el juez Enrique Osses y las expulsiones de José Rojas en los locales y Julio Alberto Barroso en los visitantes.
A los 66' los universitarios lograron la paridad con un penal -polémico como casi todo el trabajo del juez- convertido por Charles Aránguiz. Y cuando se pensaba que estaba todo perdido, llegó el tiro letal de Guillermo Marino, que no había marcado ningún gol en el campeonato y en las finales anotó dos.
En la definición a penales apareció nuevamente la figura gigantesca de Johnny Herrera, al igual que ante Cobreloa en Calama hace ocho años.
Tres lanzamientos atajó el portero azul y los celestes no pudieron inflar redes. De esta forma, los goles de Charles Aránguiz y Raúl Ruiz Díaz bastaron para entregar un inédito tricampeonato a sus colores. ¡Con el sufrimiento de siempre!












